¿Cuántas veces
te has visto al espejo y te ha gustado realmente lo que ves?
Esta pregunta me
la hice a mí misma el día de hoy. Cuando me desperté, lo primero que hice fue
dar gracias por un día más, me levanté de muy buen humor, fui al baño, tomé una
ducha rápida y justo después comenzó todo.
Me vi en el
espejo del lavabo y ahí estaba, delante de mí, en todo su esplendor, orgulloso
de hacerse notar a tan temprana hora de la mañana: un grano en la barbilla y no
cualquier granito invisible. ¡No! Este estaba justo en medio, como si
delicadamente se hubiera medido mi cara y decidiera postrarse ahí, como para hacerse
notar y saludar a todo el mundo, antes que yo. Lo toqué y dolió un poco. Me
puse un poco de crema y lo dejé ahí. Pensé: “bueno mañana desaparecerá”, sonreí
y lavé mis dientes.
Supuse que eso sería
todo lo que pasaría esa mañana, pero ¡ah! ¡Qué equivocada estaba! Después de
lavarme los dientes, lo que seguía era arreglarme el cabello, y ¡créanme! Lo
hubiera hecho… si se hubiera dejado.
Estaba decidido a quedarse así. Lo mojé un poco, lo estiré, le puse
pasadores, pero no, no me quiso hacer caso y no se acomodó bien y terminé con
esa onda fea, en la parte de enfrente, que no se quita. Decidí dejarlo
tranquilo y pensé: “mugre cabello feo, ni modo así me lo voy a dejar”.
Era momento de
vestirme… como todos los días me puse unos jeans, solo que estos pantalones no
se me veían bien, intenté con otros diferentes, pero me quedaban muy flojos o
muy apretados, o muy cortos o muy largos, total después de varios intentos me
puse los primeros que había agarrado desde el principio y pensé: “si estuviera más
delgada todo se me vería mejor”.
Y está de más
explicar lo de la blusa. Los brazos se me veían gordos; se me salía la panza,
me apretaba. No me gustaba el color.
Me vestí, porque
tenía que salir vestida, pero estoy segura que pude haber estado media hora o más
cambiándome y viendo lo horrible que se me veía el resto de mi ropa.
Conforme pasó el
día nadie notó mi horrible grano, lo feo de mi cabello o mis brazos gordos.
Vi a varias
chicas que se retocaban el maquillaje y yo ni me atreví a verme, al verlas a
ellas pensaba: “que fea me veo”, pero parecían no notar que me veía fea.
Quizá a ti también te ha pasado que te
sentiste como yo; y probablemente te pasó como a mí, nadie notó que me veía
gorda, que mi cabello estaba feo o que mis brazos son gordos.
A veces somos
muy severos con nosotros mismos, pero debemos saber que nuestra belleza no solo
radica en lo que vemos en el espejo.
Ama con
sinceridad la persona que hay en ti, ama tu cuerpo y tu personalidad, confía en
ti.
Si mañana te ves
en el espejo y notas un granito en tu cara o tu cabello no se acomoda, sonríe, acéptalo
y acéptate; reconócete y vive contento de ser como eres. Recuerda que eres un
ser perfecto, único e irrepetible; y sobretodo no escuches, ni le creas a la imagen
engañosa que observas en el reflejo.
“Amarse a sí mismo es reconocerse y elogiarse verbalmente. Es aprobar totalmente las propias acciones. Estar seguro de las propias habilidades. Amar el propio cuerpo y admirar la propia belleza.” Sondra Ray
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