viernes, 22 de marzo de 2013

Tu historia, mi historia


Hoy pensé en ti, estuviste en mi mente por muchas horas, creo que anoche dormí con la idea de llamarte hoy, pero aun no lo he hecho, me da miedo, pena o no se, algo que siento aquí adentro.
Hace algunos días,  te vi pasar, ibas cabizbaja, pensativa, hasta me pareció ver el brillo de una lagrima escurriendo por tu mejilla.
Yo tenia mucha prisa porque se me hizo tarde para el trabajo y no pude detenerme a preguntarte, ¿estas bien?
Después, también te vi sentada en el parque, se me hizo un poco raro porque siempre te veo con más gente, con los niños, y estabas sola.
La verdad, es que yo hacia ejercicio y no me gusta interrumpir mi rutina, aparte no tenia mucho tiempo para quedarme a platicar, tenia muchas cosas pendientes que hacer.
Ayer, volví a verte.  Te veías muy seria, hasta triste diría yo, iba a saludarte pero pensé que si te saludaba querrías hablar y mi novela estaba apunto de empezar. 
No supe que te había pasado o porque te sentías mal, pero sé que algo sucedía contigo, solo que aun no me atrevo a preguntar, y es que me da miedo no saber que decir o que hacer.
Hoy no te vi, ya no pasaste por enfrente de mi casa para saludarme, no fuiste a comprar el café de la tienda que te gusta, no estabas sentada en el parque disfrutando del sol y el paisaje, y hoy, hoy si pensé en ti.
Hoy quería platicar y decirte las cosas que me pasan, he estado preocupada y necesito una amiga con quien hablar, necesito con quien desahogarme, quiero a alguien que me escuche y que no me juzgue por lo que digo o hago.
Hoy tú me viste pasar y yo aumente mi cara de preocupación para ver si te animabas a acercarte a mí y preguntarme que me pasaba.
Hoy que te necesitaba, ¿porque no estabas ahí? ¿Acaso te molesta escucharme?
Recuerdo que tu pasaste por lo mismo que paso ahora, quiero que me disculpes por no haberte buscado esa vez que te vi llorar, siento mucho no saber que te pasa y poder darte un consejo, un abrazo o mi presencia y mis oídos para escucharte y apoyarte.
Quisiera ser mas valiente y acercarme a ti decirte que eres una mujer muy valiosa, que te mereces ser feliz, que no importa lo que te haya pasado antes, tu estas aquí para ser feliz porque te lo mereces.
Eres una mujer increíble, inteligente, bella, graciosa y sonreír y amar es tu derecho.
Esas palabras que escuchaste y te hirieron como latigazos en la espalda, ese puno que hirió tu rostro, esos pies que maltrataron tus piernas y tu orgullo, déjalos, olvídalos y entiende que tu no los provocaste, no es tu culpa, nunca lo fue, pero si los aceptas nuevamente entonces si será tu culpa.
Hoy que no te vi, te hable con mi mente, te di ese abrazo espiritual que ambas necesitamos, ahora yo me siento bien, me siento plena, contenta, confío en mi y en mis habilidades, y sabes que? También confío en ti.

martes, 19 de marzo de 2013

Es facil ser hombre........... ¿Es facil ser hombre?


Siempre he escuchado lo difícil que es ser mujer, y creo que también tu habrás leído o escuchado historias maravillosas sobre mujeres que han salido adelante con sus hijos, que se han convertido en profesionistas exitosas, que han cumplido sus metas y han hecho sus sueños realidad.

Desde que nacemos nos ensenan a vernos bonitas, a escoger la ropa que combine, zapatos limpios, cabello impecable, cuando vamos creciendo el maquillaje y las cremas se vuelven amigos indispensables.
Como mujeres somos hijas, esposas, madres y tenemos múltiples profesiones, somos cocineras, especialistas en manchas, decoradoras, jardineras, enfermeras, consejeras, amantes, entre otras cosas.
En la mayoría de las familias hispanas ser hombre es una ventaja, conforme van creciendo tienen mas beneficios, aprenden a manejar primero, los padres  dan permiso de tener novia al hijo  antes que a la hija, pueden andar en los bailes mas tarde, cuando llegan de trabajar la comida ya esta lista, no lavan ni planchan la ropa, no se quedan despiertos en la madrugada si se enferma uno de los hijos, en fin, a ellos les toco muy fácil.
Hasta el comercial lo dice: “Es fácil ser hombre” y yo pregunto: Es fácil ser hombre?, ya tengo varios días viendo a mi tío en la casa, y de verdad que no es nada fácil, y aunque no le pedí permiso para escribir sobre el, les cuento algo, mi tío se levanta a las 4:30 de la mañana para alistarse para irse a trabajar, pasa por el periódico antes de llegar al trabajo, sale a su break a las 10:30 y almuerza, sale del trabajo y llega a la casa casi a las 4 de la tarde, y corta el césped, le cambia el aceite a la camioneta, poda los arboles, rellena si le falta tierra a un lado y quita si le sobra del otro, y aun tiene tiempo para jugar con mi primita, en fin, empieza a descansar a las 7 u 8 de la noche.
Si yo fuera hombre quisiera llegar y que la comida estuviera lista, que mi esposa me quitara los zapatos de trabajo tomar un baño y descansar, desde niños, los hombres si tienen hermanas son cargadores de bolsas cuando nos acompañan a comprar ropa, como hermanos tienen que aguantarse las películas románticas aunque no entiendan porque nosotras estamos llorando si para ellos es solo una película, se arman de valor para dar su opinión de si se nos ve bien el vestido o el pantalón o si los zapatos combinan.
Cuando se casan y tienen hijos se comprometen a brindar sustento a la familia, a veces trabajan tiempo extra, llegan a la casa y son jardineros, electricistas, mecánicos, son los cargadores oficiales de carriolas, hieleras para el día de campo y de todas las cosas pesadas que nosotras no podemos cargar y aunque no les interese mueven los muebles de la casa para que estemos contentas, y no se enojan cuando no nos gusta y tienen que moverlo otra  vez.
Abrir la puerta del coche, del restaurante, quitarse la chamarra para dártela aunque él tenga frio, mojarse para ir por el coche para que tu no te mojes, trabajar tiempo extra para comprarte ese collar, anillo, pulsera o vestido que te vas a poner 2 o 3 veces y luego queremos otro porque es el nuevo modelo.
Hombres, que difícil es ser ustedes.
Me despido con un chistecito: Cuando un hombre te dicen “Estas hermosa, vamos” quiere decir “Salgamos de una vez que me muero de hambre“ 

domingo, 17 de marzo de 2013

Herencias


      ¿Alguna vez has sentido vergüenza al decir de dónde eres?  Si te has sentido diferente, excluido o discriminado al hablar tu idioma natal; si la última vez que seguiste las costumbres o tradiciones familiares o algo típico de tu país fue hace mucho tiempo, tal vez te sientas identificado con lo que vas a leer.
     Inmigrantes, no importa de qué país, todos tenemos algo en común: llegamos a este país buscando vivir mejor; queremos que nuestras familias tengan un mejor mañana y tengan más de lo que nosotros pudimos tener.
      Este país nos ha dado la oportunidad de creer en la libertad, en la mejor calidad de vida, en una mejor educación para nuestros hijos y en que vamos a vivir “el sueño americano”.
      En el estado de Iowa, aproximadamente el 3.8% de la población somos Latinos o Hispanos, esto nos hace suponer que de cada 100 personas 3 somos hispanos, y la mayoría de ese porcentaje somos mexicanos.
     Alguna vez  un amigo me dijo (y siempre que tengo oportunidad lo repito): -"Aquí, (USA) puedes hablar inglés, terminar la High School, tener una carrera universitaria, y aun así, para los gringos (nótese que no es algo ofensivo, sino la forma popular mexicana de referirnos a los americanos blancos) vas a seguir siendo mexicano". Muy sabio pensamiento. No es algo malo,  nuestro color de piel, nuestros rasgos y nuestras costumbres nos distinguen, y nos hacen ser lo que somos.
       ¿Y todo esto a qué viene? Bueno, he conocido y escuchado a algunas personas (hispanas) hablar inglés a sus hijos y no solo para que lo aprendan, sino porque les da vergüenza hablar español.
      Entiendo que la situación para los inmigrantes es difícil, se puede vivir con miedo, inseguridad e inclusive sin libertad, en ocasiones el no hacemos notar, nos hace sentir más seguros.
      Lejos de nuestro país de origen, nos queda nuestro idioma, costumbres, tradiciones, valores y la sazón de nuestra comida, y aunque pasamos muchos años aquí en Estados Unidos nunca se nos olvida. Nuestros hijos crecen con las dos costumbres, festejan cosas de aquí y de allá, les gusta la comida americana y la tradicional de nuestro país, entonces, ¿porque no hablar inglés y español?
     Siempre queremos y sonamos con dejar a nuestros hijos casas, carros, joyas y esperamos que nunca batallen tanto como nosotros, sin embargo las herencias no son solo materiales, una buena educación, cultura, valores y amor por la familia, la vida y el país es algo que no tiene precio.
     Que no te dé pena hablar tu idioma, deja a tus hijos la herencia de ser bilingües. Si tienes la oportunidad, llévalos a conocer el país donde naciste, ensénales de donde vienen, herédales tu cultura y religión, enséñales lo que sabes y aprende de ellos.
     Y ahora que ya estamos en Estados Unidos, si no sabes, aprende inglés, eso te sirve para que puedas comunicarte mejor, entérate de las noticias, pregunta,  aprovecha las oportunidades y disfruta de todo lo que tienes.
    Vive tu vida libre y feliz, se tolerante, generoso, sincero y honesto, la mejor forma de enseñar a tus hijos es con el ejemplo,  y recuerda esta frase de Abraham Lincoln 
Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”

viernes, 15 de marzo de 2013

El espejo


      ¿Cuántas veces te has visto al espejo y te ha gustado realmente lo que ves?
      Esta pregunta me la hice a mí misma el día de hoy. Cuando me desperté, lo primero que hice fue dar gracias por un día más, me levanté de muy buen humor, fui al baño, tomé una ducha rápida y justo después comenzó todo.
      Me vi en el espejo del lavabo y ahí estaba, delante de mí, en todo su esplendor, orgulloso de hacerse notar a tan temprana hora de la mañana: un grano en la barbilla y no cualquier granito invisible. ¡No! Este estaba justo en medio, como si delicadamente se hubiera medido mi cara y decidiera postrarse ahí, como para hacerse notar y saludar a todo el mundo, antes que yo. Lo toqué y dolió un poco. Me puse un poco de crema y lo dejé ahí. Pensé: “bueno mañana desaparecerá”, sonreí y lavé mis dientes.
      Supuse que eso sería todo lo que pasaría esa mañana, pero ¡ah! ¡Qué equivocada estaba! Después de lavarme los dientes, lo que seguía era arreglarme el cabello, y ¡créanme! Lo hubiera hecho… si se hubiera dejado.  Estaba decidido a quedarse así. Lo mojé un poco, lo estiré, le puse pasadores, pero no, no me quiso hacer caso y no se acomodó bien y terminé con esa onda fea, en la parte de enfrente, que no se quita. Decidí dejarlo tranquilo y pensé: “mugre cabello feo, ni modo así me lo voy a dejar”.
      Era momento de vestirme… como todos los días me puse unos jeans, solo que estos pantalones no se me veían bien, intenté con otros diferentes, pero me quedaban muy flojos o muy apretados, o muy cortos o muy largos, total después de varios intentos me puse los primeros que había agarrado desde el principio y pensé: “si estuviera más delgada todo se me vería mejor”.
      Y está de más explicar lo de la blusa. Los brazos se me veían gordos; se me salía la panza, me apretaba. No me gustaba el color.
      Me vestí, porque tenía que salir vestida, pero estoy segura que pude haber estado media hora o más cambiándome y viendo lo horrible que se me veía el resto de mi ropa.
      Conforme pasó el día nadie notó mi horrible grano, lo feo de mi cabello o mis brazos gordos.
      Vi a varias chicas que se retocaban el maquillaje y yo ni me atreví a verme, al verlas a ellas pensaba: “que fea me veo”, pero parecían no notar que me veía fea.
      Quizá a ti también te ha pasado que te sentiste como yo; y probablemente te pasó como a mí, nadie notó que me veía gorda, que mi cabello estaba feo o que mis brazos son gordos.
      A veces somos muy severos con nosotros mismos, pero debemos saber que nuestra belleza no solo radica en lo que vemos en el espejo.
      Ama con sinceridad la persona que hay en ti, ama tu cuerpo y tu personalidad, confía en ti.
      Si mañana te ves en el espejo y notas un granito en tu cara o tu cabello no se acomoda, sonríe, acéptalo y acéptate; reconócete y vive contento de ser como eres. Recuerda que eres un ser perfecto, único e irrepetible; y sobretodo no escuches, ni le creas a la imagen engañosa que observas en el reflejo.
       “Amarse a sí mismo es reconocerse y elogiarse verbalmente. Es aprobar totalmente las propias acciones. Estar seguro de las propias habilidades. Amar el propio cuerpo y admirar la propia belleza.” Sondra Ray